25 ene 2012

LAS CANTINAS

Tengo que aceptar que cuando era niño pasaba por afuera de alguna cantina me asomaba para ver cómo eran, un lugar de adultos, de cigarros, dinero y alcohol. Mi papá fue muy asiduo a las cantinas, en especial le gustaba ir a una que está en el centro se llama El Gallo de Oro ahí hasta la fecha algunos de sus amigos siguen asistiendo por un vaso de vino, brandy o cerveza.

Conforme fui creciendo y entre en la adolescencia mi impresión de las cantinas se modificó y me parecían lugares propios para los viejos, me parecían muchos de ellos decadentes con sus grandes panzas y su incesante afán por fumar, cabe resaltar que las cantinas de antes, llenas de humo parecían lugares viciados, quizá el color de la madera y las paredes era de ése tono medio percudido por el humo del cigarro y bueno ni hablar de los baños son cómo árboles de navidad, los hay de todo tipo desde los más desprestigiados hasta los más cucos, muchos de ellos flanqueados por señores que dedican varios años de sus vidas a la guerra contra la suciedad más nauseabunda como la que se genera en un baño.

Me mude de casa hace unos meses y curiosamente hay varias cantinas cerca; antes de escoger mi actual casa buscaba departamentos en el centro, todos me cuestionaban el por qué quería estar ahí, yo aducía que ya me daba un poco de hueva la condechi, la roma, coyoacán y anexas, quería cosas nuevas, oír anécdotas diferentes, responder a preguntas distintas, conocer personas fuera del mundo en el que comúnmente me desenvuelvo qué es el de las ciencias sociales y entrarle al mundo de las ciencias proletariales, hablar de otras cosas de la vida y etc, etc, etc.

Pero no me mude al final, la nostalgia de tener cerca el deportivo en donde corro me hizo tomar la decisión de seguir en la zona, acá sigo y sigo corriendo tres veces por semana, pero poco a poco he estado visitando las cantinas cerca de casa, una es muy famosa La Reforma cerveza precio estándar y botana decente, La Nueva Mundial más cara pero con una botana que ¡hay güey! me siento tan consentido que con gusto pido más de beber, está la Oaxaca en donde hay ficheras, cerveza precio estándar y botana estándar, pero ayer tengo que confesar que dí un gran paso en mi vida fui sólo a beber a una cantina para disfrutar el liquido refrescante de la cerveza nada más por que sí, tengo 35 años y mi perspectiva sobre las cantinas es distinta, porque las busco, me gusta debatir temas varios con los amigos, ya no se fuma dentro por disposición oficial pero hay algunos establecimiento que tienen las formas mas osadas de consentir al cliente y desafiar a la leyenda del GDF, ayer fui a la Cantina Madrid en la plaza de Santo Domingo, eran las cuatro de la tarde, había una mesa con unas chavas entusiastas de la fotografía, sobre la barra unos señores que deben, de seguro, estar más en la barra que frente al televisor y yo sentadito con mi XX ámbar y cuaderno abierto para escribir las cosas del acá y del más allá, constantemente entraban las gentes que trabajan en la plaza aventaban sobre la barra unos pesos y entraban al baño, en algunos casos en lugar de llegar un aroma a mierda llegaba un olor suave a mariguana, todo sucedía a las cuatro de la tarde en el centro histórico de ésta ciudad. Una magia propia de estos sitios melancólicos.