16 abr 2009

En la montaña

Sobre la carretera Oaxaca – Tlacolula hay una desviación que te lleva a la zona arqueológica de Yagul, sobre el lado derecho del camino hay una pequeña montaña, es un bloque macizo de piedra que invita a ser escalado. Llegar ahí por principio de cuentas no es sencillo hay campos de cultivo donde la tierra es floja, hay follaje espeso y un campo de flores espinosas secas en las faldas de la montaña.


En diciembre el follaje se seca, el verde de antes es un amarillo intenso, no hay hojas solo quedan botones abiertos secos, tienen incomodas espinas que se pegan a la ropa, definitivo no es fácil llegar ahí.


El amigo Daniel es ciclista de montaña, siempre con semblante tranquilo, cada vez que se coloca los guantes transmite seguridad.



Comenzamos en la ciudad a un ritmo lento para que los músculos poco a poco se vayan aflojando y entren en calor. Las rutas en la montaña pueden ir hasta la playa, es una red de caminos aprovechados por todos: los ciclistas, motociclistas, campesinos, transeúntes, ganado, etc. subidas y bajadas donde el sonido se llena con los murmullos de los pájaros, insectos y animales.


Hay valles con pequeñas vertientes donde por momentos entra un torrente de aire igual a un gran bloque en movimiento con sonido, se puede escuchar y sentir el aire cuando se aproxima, Daniel habla de la magia de la montaña del poder seductor que posee, invita a escuchar y a guardar silencio, la montaña va a hablar.



Pero no hay hasta el momento un sitio que me llame tanto la atención como ese bloque de roca camino a Yagul, siempre quise escalarlo y acampar en su cima, este es el momento de cumplir con esa promesa, Daniel, Mauricio y yo preparamos las bicis con nuestros enseres necesarios para poder pasar un par de días arriba de la montaña.



El camino hacia la roca es un trayecto corto, arduo y espinoso, como ya se detallo anteriormente, habrán en este trayecto muchas llantas ponchadas (casi al llegar una llanto tuvo que ser parchada doce veces antes de continuar).



Al tocar la roca por primera vez la palma de la mano siente tibia la roca, eso indica que la tarde comienza a extinguirse, solo falta escalar y montar el campamento, se acelera la marcha.



Las bicicletas se vuelven un estorbo pero no hay donde esconderlas, se deben de subir. Una hora después con el campamento ya instalado se junta leña para hacer fuego.



Bajo el festín que es el cielo abierto estrellado del campo junto a la calidez del fuego, no importa el frío y las incomodidades se pasan sin queja, se entra en la contemplación, se está tranquilo, en paz y así por dos días más.



Así recibí al año 2009.