19 oct 2010

La música

Ella me sedujo una noche de verano, se fue la luz y salió de su bolso, anduvo por toda la sala rozaba los cuerpos de mujeres y hombres, juagaba en el aire con el humo de los cigarros, salió del bolso para quedarse dentro de mi vida por siempre.
A veces la cuido y otras veces… no es que le trate mal simplemente me alejo por algún tiempo y no sé bien en dónde sea que este, yo solo me pierdo, es como si simplemente fuera por cigarros y no regresará.

Salí del trópico del sur hacía el oeste donde el agua del bello lago es color plata cuando se va el sol, hasta la punta de la isla que corona este lago viajaste en tu bolso y ya ahí ser libre para viajar por el mundo.

Las maracas, el güiro y el cencerro son guiados por la clave que con preciso andar lleva la pauta, es constante y difícil de ejecutar pero sin ella, sin ese compromiso me pregunto ¿dónde es qué se puede encontrar la cadencia?

En el sonido del viento encontró transporte por eso se le encuentra en cada rincón del mundo, el deleite personal de quien la encuentra crea magia con la sensibilidad por la vida que ella inspira.

Yo respiro ese viento y mis pies comienzan a bailar, mis manos a tocar, mi voz a cantar, es el rito que da energía, son los ojos cerrados que activan la imaginación los que mandan a los pies, las manos y la voz, es la vida la que habla y el silencio es el más grande y puro acto de amor, es cuando al no estar ella, se le recuerda y con ese recuerdo se aprende cada día más.