12 mar 2010

qué viaje

Tomé el camión que lleva a Santa Fe, la subida fue una pesadilla, la calle es tan estrecha que no tiene espacio para dejar libre dos carriles para la circulación de autos y camiones, en los dos carriles los autos se estacionan en doble fila el tránsito se pone complicado y lento, en la banqueta no hay espacio para puestos ambulantes y ciudadanos de a pie, los camiones van zigzagueando para evitar autos, peatones, otros camiones, autos estacionados en doble fila, etc. en el camión hay calor, hay mucha gente subiendo a trabajar o regresando a casa.


Las paredes de las casas son multicolores, en sus plantas bajas hay negocios que no son multinacionales o sucursales, son pequeños locales con negocios de oficios: plomería, vulcanizadora, sastrería, frutería, verdulería, tienda de abarrotes, vinatería, etc. la forma que tienen de ofertar sos lleva a exhibir de maneras inimaginables y coloridas sus productos, es la efervescencia de la creatividad.


Cuando se llega al final de esta subida hay una gran rotonda que al rodearla te da la sensación de salir de una gran y espesa bolsa, llega de pronto la libertad de espacio, la calle y banqueta son lo suficiente espaciosas para todos, al entrar a Santa Fe del costado izquierdo el cerro ha sido cortado para nivelar el terreno parece una rebanada de panqué, del lado derecho hay edificios cuyas ventanas son del tamaño de los locales que quedaron atrás, la creatividad arquitectónica moderna irguiéndose sobre un basurero (los terrenos de Santa Fe en el pasado eran un basurero de la ciudad).


Ya en la calle escucho los pájaros cantar, escucho su felicidad escondidos entre lo verde de los árboles, me detengo unos breves instantes, cierro los ojos, siento paz, si hay ruido pero se escucha lejos, abro los ojos y aprecio las superficie predominantemente de un gris neutro, combinado con el gris Oxford, azul oscuro, negro y blanco de la ropa de la gente que me rodea (incluso la mía era blanca y azul) como si fuera una película de Hollywood.


Hago lo que tengo que hacer, tomo el camión de vuelta, ya en la rotonda nos detenemos como por 15 minutos sin avanzar, vuelvo a tener la sensación de regresar a casa.


¿Fue todo un sueño? O la realidad es totalmente absurda.